“En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti”Salmo 119.11
Hay canciones que tan solo oírlas, nos recuerdan
a muchas experiencias vividas en el pasado. ¡La facultad de la música es
sorprendente! ¡Es como volver a vivir!
El salmista sabía cuál era su objetivo. Él tenía
claro el poder de la Palabra de Su Señor. Él entendía la facultad que tiene la
Palabra de Dios. Por tal razón, el salmista no solo la leía, él también la
guardaba. O para darme a entender un poco mejor, él memorizaba la palabra de
Dios.
Esta práctica no era solo para vivir con el
simple conocimiento en su cabeza. ¡No!, esta práctica era para no pecar contra
Dios. ¡Sorprendente!
Memorizar por el simple hecho de memorizar, de
nada sirve. El salmista no guardaba los dichos de Dios en su mente, los
depositaba en Su corazón, para que ellos direccionaran su vida.
El guardaba la Palabra de Dios en su corazón para
que en tiempo de tentación, ella recordara lo que tenía que recordar para no
pecar en contra de Dios.
NO HAY MEJOR AYUDA QUE LA PALABRA DE DIOS
Versos anteriores dice el salmista que el joven
podrá corregir su vida guardando Su Palabra (Salmo 119:9) Sus enseñanzas son
poderosas en el día de nuestra aflicción. Sus promesas son esas estrellas que
iluminan más cuando la noche es más densa.
En lo secreto, Su Palabra
en nuestros corazones nos ayudaran a no pecar contra de nuestro Señor.
CORAZONES VACÍOS
¿Qué abunda en tu corazón?
Dependiendo lo que contenga tu corazón, así será
el rumbo de tu vida.
Hoy en día, nuestros corazones están llenos de
todos, menos de Palabra de Dios.
Si tu corazón está vacío de sus mandamientos, ¿Cómo
obedecerás?
Si tu corazón está vacío de sus promesas, ¿Cómo permanecerás
en la aflicción?
Si tu corazón está vacío de su dirección, ¿Hacia
dónde vas?
En fin, si en tu corazón hay de todo, menos
Palabra de Dios, no vas por buen camino. Aunque a ti te parezca lo correcto.
(Prov. 14.12)
GUARDA SU PALABRA EN TU CORAZÓN
No es lo mismo una Biblia en la mano que una
Biblia en el corazón, dijo alguien.
¿Qué hacer?
Comienza a leer, estudiar y guardar esa palabra
de Dios en tu corazón para qué, cuando pases por el desierto, tengas esa arma
para usar y tengas la victoria de no pecar contra Dios.
¡Su Palabra tiene poder! Recuerda todo lo que
Dios ha hecho y ten la confianza, que Dios lo hará otra vez.
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