"Los malvados quieren atraparme, pero yo no descuido tus enseñanzas".Salmos 119.61 TLA
En una ocasión que iba conduciendo mi vehículo, me distraje bajando la mirada por no más de tres segundos. ¡Esos tres segundos bastaron para que chocara con el vehículo que iba delante de mí! Una pequeña distracción provocó un accidente. ¡Un descuido puede salir muy costo!
LAZOS PERSUASIVOS:
Al salmista lo persuadían con el fin de atraparlo
o arrastrarlo al pecado. Parecían lazos rodeándolo queriendo atrapar a su
persona. Era gente hostigando día a día a su persona. ¿Qué hacía el salmista
ante esta persecución? Él decía “pero yo no descuido tus enseñanzas”.
Sorprendentemente, aunque el salmista miraba olas inmensas queriendo atacarlo,
el anclaba su esperanza a la Palabra de Dios. Un hombre de Dios anclado a la
Palabra de Dios, ¿Quién lo moverá?
Aunque había cosas que
querían distraerlo, su atención seguía fija en las enseñanzas del Señor. En Su
Palabra hay instrucción y alivio. Este salmista sabía que, si dejaba de poner
atención a Sus enseñanzas, era presa fácil para sus adversarios.
ANCLADOS A SU PALABRA:
¿Cuál es tu situación? ¿Cuánto miden esas olas
que te acechan? ¿Hay persecución? ¿Hay lazos que sientes que te apresan? Este
es el consejo de hoy, ¡Ancla tu corazón a la palabra de Dios!
Un corazón anclado en la palabra del Señor es
firme independientemente sea la situación.
Aquel que olvida Su Palabra, ese hombre no sabrá
qué hacer.
De Dios es la sabiduría. De Dios es el cuidado.
De Dios es la instrucción y la salida a todo. A Dios sea la gloria.
Un descuido de sus enseñanzas nos puede llevar a
accidentes tremendos.
Su Palabra es nuestra esperanza. Confía.
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