22 de enero
De pequeño me gustaba jugar con el agua. En ocasiones me encantaba ver en la “pila” (pila de agua) como se reflejaba mi rostro cuando el agua estaba sosegada y como se distorsionaba mi rostro cuando el agua era agitada. Eran tiempos de diversión de un niño de 10 años.
H.R.Gómez
"Así como el rostro se refleja en el agua, el corazón refleja a la persona tal como es".Prov. 27.19 NTV
De pequeño me gustaba jugar con el agua. En ocasiones me encantaba ver en la “pila” (pila de agua) como se reflejaba mi rostro cuando el agua estaba sosegada y como se distorsionaba mi rostro cuando el agua era agitada. Eran tiempos de diversión de un niño de 10 años.
El proverbista detalla algo impresionante, él
dice: “Así como el rostro se refleja en el agua, el corazón refleja a la
persona tal como es” Prov. 27.19
Mientras el agua refleja el rostro, el corazón
refleja que clase de persona es. Como decía en un principio, cuando el agua es
agitada, el rostro es distorsionado. Igualmente, cuando un corazón es agitado
por cualquiera que sea la situación, el carácter y las acciones de las personas
son distorsionadas.
Cuando alguien muestra amargura, envidia, odio,
impaciencia entre otras, solo está reflejando lo que su corazón contiene. Las
acciones son un reflejo del corazón. En ocasiones reaccionamos con un carácter
ofensivo y destructor, pero eso, nada más es un reflejo de un corazón afanado o
atribulado.
UN TRABAJO DEL ESPÍRITU SANTO:
Ahora, el cambio exterior depende del cambio
interior y este último, no es según la fuerza del hombre sino de Dios. Tú no
puedes cambiar el corazón de ninguna persona. El cambio es obra del Espíritu de
Dios. Y cuando el Espíritu comienza a hacer la obra, surgen los frutos de amor,
bondad, mansedumbre etc. (Gálatas 5.22-23).
Entonces, aquel que muestra
amor, refleja un corazón lleno del Espíritu de Dios. Porque nada bueno refleja
un corazón vacío del Espíritu Santo.
¿QUÉ REFLEJAS?
¿Cuál es el reflejo de tu corazón? Uno muchas
veces dice: “Nadie conoce mi corazón” y en parte, es cierto, pues solo Dios y
Su Palabra conoce nuestros corazones a totalidad (Heb. 4.12). Sin embargo,
según nuestra manera en que vivimos, les estamos exponiendo a los demás que es
lo que hay en nuestro corazón.
LLENOS DEL ESPÍRITU SANTO:
Para reflejar un corazón recto, no se necesita
de ayuda humana o de alguna institución sino de un nuevo nacimiento. El
Espíritu Santo regenera el corazón del hombre y lo llena de Su presencia.
Entonces, antes de forzarnos de cambiar
exteriormente, debemos entregar nuestro corazón al Señor para que Él con Su
Espíritu Santo nos transforme a la imagen de Su Hijo.
¡Sé lleno del Espíritu Santo y tu vida reflejará
un corazón conforme al carácter de Cristo!
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