21 de enero
“Más os he dicho, que aunque me habéis visto, no
creéis”
Juan 6.36
No hay comparación en cuanto a la óptica de los
ojos naturales y a los del corazón. Porque si ponemos en paralelo nuestros ojos
naturales con los ojos del corazón, definitivamente aquel que mira con los ojos
del corazón, mira cosas más asombrosas.
En tiempos de Jesús, muchos miraron todos los
milagros que Jesús hizo pero no creyeron. Porque ciego no es el que no ve con
los ojos realmente, sino aquel que no mira con los ojos del corazón. Los que
tienen una venda en los ojos del corazón, aunque miren a un muerto levantarse,
no creerán (Lc. 16.31).
Porque no se cree solo mirando con los ojos
naturales, sino con el corazón:
“Porque con el corazón se cree para justicia…”
Ro. 10.10
Existe un dicho el cual dicta así: “No hay peor
ciego que aquel que no quiera ver”. Jesús les dijo a los judíos: “Mas os he
dicho, que aunque me habéis visto, no creéis” Juan 6.36
Por eso les habló en parábolas “porque viendo no
ven, y oyendo no oyen ni entienden” Mt. 13.13
Ellos tenían en frente al Autor de la Vida y lo
mataron (Hch. 3.15) Así de ciegos estaban. Tuvieron al Mesías en frente y ellos
le preguntaban: ¿Tú quién eres?
Te pregunto, ¿Has visto a Cristo?, ¿Has visto Su
gloria? O ¿esas palabras de Jesús aplican a ti, querido lector? “Aunque habéis
visto, no creen…”
¿Dónde ponemos la mirada de nuestro corazón?
2 Cor. 4.18 “al no poner nuestra vista en las
cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son
temporales, pero las que no se ven son eternas”
Pon tus ojos del corazón en el Señor Jesús.
H.R. Gómez
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